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    Comportamiento - 22/02/2018

    BALAGUER: “LO MÁS IMPORTANTE NO ES CUÁNDO DARLE A LOS PEQUEÑOS SU PRIMERA PANTALLA, SINO CÓMO”

    4 min Tiempo de lectura
    Ante las dudas, preocupaciones y culpas de los padres, madres, abuelos o adultos en general sobre cuándo es el momento correcto para habilitar el uso de pantallas digitales en los niños y niñas menores de cinco años, recurrimos al especialista uruguayo Roberto Balaguer. A continuación una entrevista que tiene como objetivo brindar herramientas serias y reales para tomar la decisión familiar.

     

    Faro Digital(FD): ¿Cuál es tu opinión respecto a la exposición de niños o niñas menores de 5 años a dispositivos tecnológicos? cuáles serían las principales consecuencias, tanto negativas como positivas?
    Roberto Balaguer (RB): Lo primero a señalar es que hay que tener sentido común y asumir que la exposición de los niños a las pantallas es inevitable en este mundo en el que vivimos, en eso, entiendo, no se puede tener dos opiniones.
    Una exposición balanceada parece ser la mejor opción, más que una postura teórica rígida que las más de las veces no se cumple y es sólo cháchara para la tribuna. Una de las cosas que más hay que tener en cuenta es entonces la dosificación del uso de lo digital, de forma tal de lograr un adecuado equilibrio analógico digital.
    La interrogante siempre es: “¿Cuándo es el momento para entregar dispositivos a los niños pequeños?” Antes, después de los cinco años? ¿Por qué? La Asociación de Pediatría Americana no recomienda el uso de los dispositivos digitales en los primeros años de vida e irlos incorporando muy lentamente a medida que los niños crecen. Diríamos que mucho más lentamente que lo que la realidad hoy muestra que sucede.
    Hoy, el 90% de los padres en EEUU reportan que sus hijos menores de dos años miran alguna forma de medio electrónico.
    Sin embargo, entendemos que lo fundamental en torno a este tema, no solo es cuándo darles a los más pequeños la primera pantalla, sino de qué manera y para qué hacerlo.
    Las pantallas permiten que algunos aprendizajes se afiancen, ej. en lenguaje y al mismo tiempo, las pantallas no son suficientes para que otros aprendizajes se parezcan al que se da en las interacciones cara a cara. Lo que no debemos confundir son las consecuencias negativas del uso con las del sobreuso (vista, obesidad, sedentarismo, espalda, etc.).

     

    FD: ¿Existe algún criterio para determinar cuándo un niño o niña está preparado madurativa, cognitiva y emocionalmente para utilizar este tipo de pantallas?
    RB: El criterio científico que suele manejarse es el de la Asociación de Pediatría Americana que asume que el uso de pantallas en edades tempranas es poco saludable ya que el uso de medios se ha asociado con obesidad, temas de sueño, conductas agresivas y asuntos atencionales en prescolares y escolares. A pesar de ello, aún queda mucho por investigar acerca de las verdaderas consecuencias que puede tener el uso, no el sobreuso, de pantallas en la primera infancia. Los resultados aún no son concluyentes al respecto. De hecho, las tablets, que son interactivas, han llevado a las autoridades de la medicina a replantearse el problema de las pantallas ya que algunas apps resultan de valor educativo para niños pequeños.

     

    FD: Algunos argumentos se centran en la “inutilidad de posponer la exposición, que tarde o temprano llegará” ¿Coincidís o cambian los efectos de la exposición según la edad del usuario?
    RB: Las pantallas desplazan el diálogo, eso quizás es lo más significativo junto a la regulación emocional a través de los otros y no de las pantallas y los posibles cortocircuitos atencionales, dada la inmediatez de las pantallas. Las pantallas muchas veces resultan más divertidas que los humanos y eso es un problema que tenemos como cultura y sociedad para resolver.
    Somos evitadores del aburrimiento y eso no parece ser bueno para el desarrollo emocional de los chicos, a la larga, nos va a salir caro.
    Los niños deben desarrollar mecanismos de autorregulación y lo cierto es que las pantallas funcionan como objetos calmantes, reguladores de la conducta, lo que la industria denomina “shut-up toy”. Pero ese es un asunto del para qué se usa la tecnología. Ayudar a generar buenos mecanismos de control sin dispositivos, es una tarea que me parece adecuada y ello sugiere dejar fuera los dispositivos digitales.

     

    FD: ¿Es eficaz, a tu criterio, generar pautas de uso restringido en esta franja de edad?
    RB: Sí, en eso y en todo, me parece bien regular el uso, no a la canilla libre indiscriminada desde muy pequeños. A los 3 años un tercio de los niños americanos tiene un TV en su dormitorio.
    Esta TV se usa como “peacekeeper” de forma tal de permitirle a los padres hacer las tareas domésticas sin interrupciones.

     

    FD: Si una familia le niega el uso de dispositivos tecnológicos a niños o niñas menores de 5 años, ¿esto afectará el desarrollo a futuro de sus habilidades digitales?
    RB: No creo que eso suceda si hablamos de los primeros cinco años de vida. Tienen unos cuantos años por delante para desarrollar esas habilidades, pero siempre depende de qué contenidos sean los que vean. Una hora en un entorno de contenido de baja calidad como por ejemplo el visionado de videos de Unboxing de Yotube, es bastante menos saludable y pareciera aportar menos al desarrollo infantil que otras tres horas de una actividad con valor como diseñar, programar o editar fotografías o videos. Ahí lo que se pone en juego es el capital cultural de la familia para elegir qué hacer en pantalla.

     

    FD: ¿Cuáles serían los principales consejos para una familia que decide, de todos modos, proporcionarles teléfonos celulares, tablets o computadoras a estos niños?
    RB: La dosificación en el uso de tecnología digital, la disponibilidad emocional de los padres, el dialogo intergeneracional. Desconectar porque si, no tiene mayor sentido si no se ofrece un ambiente de seguridad y sostén para que el niño se desarrolle adecuadamente, juegue, explore, pregunte y tenga alguien a quien recurrir cuando las cosas se le complican. Esa ayuda, primero externa, luego se torna interna y es motor para un buen desarrollo. Mi consejo para padres: levanten sus vistas, dejen sus grupos de WhatsApp y disfruten de la infancia de sus hijos, que dura poco.

     

    Autor: Mag. Roberto Balaguer. Magister en Educación, Psicólogo, Investigador de la cultura digital

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