Somos seres sociales, personas destinadas a vivir en sociedad. Necesitamos relacionarnos y tenemos la capacidad de hacerlo. Poseemos un wifi neuronal, un poderoso mecanismo personal de conexión, que nos permite activar un abanico de sensaciones, sentimientos y emociones que favorecen la sociabilidad y la conectividad, con otros sujetos y con el entorno.
Los códigos sociales de conducta han sufrido variaciones a lo largo de la evolución modificando las normas de relación y convivencia personales. Pese a ello, la violencia como forma de expresión y comunicación siempre ha estado presente en las relaciones interpersonales, con independencia del momento o situación en el que se produzcan.
Emitimos mensajes violentos –insultos genéricos; expresiones discriminatorias motivadas por razones culturales, sociales, políticas, económicas y físicas; signos homófonos, racistas y machistas; comentarios sexistas, etcétera- en las interacciones que mantenemos “cara a cara”. Esta violencia, en sus manifestaciones simbólicas o físicas, se traslada a la arena digital. Una caja de resonancia colectiva donde reclamar, elogiar, denunciar, ensalzar, cuestionar, etcétera, con el objeto de lograr la condena o aceptación social.
Los espectáculos artísticos, musicales o deportivos fomentados por los medios de comunicación alcanzan audiencias millonarias y dan lugar a fenómenos musicales, reality shows– de temática gastronómica, sociológica, urbanística, etcétera- o acontecimientos deportivos de atracción masiva –como el Mundial de Fútbol que dará comienzo en unos días-. Estos fenómenos son vistos como espejos de esperanza, de duración limitada al evento, que proporcionan momentos de alegría, frustración, felicidad, envidia, admiración, odio… Espacios en los que la agresividad expresiva y verbal campa a sus anchas.
Artistas, cantantes, candidatos, jefes, concursantes, aspirantes, jugadores, equipos, árbitros, entrenadores y clubes se llevan los “halagos” de encapuchados digitales. Las “lealtades tribales” [1] atacan, caricaturizan o minusvaloran a las personas que mantienen un desacuerdo, leve o mayúsculo, con una postura específica, un equipo determinado, un partido concreto, una presentación particular… Los mensajes, comentarios, recomendaciones, advertencias, anuncios y un sinfín de modalidades informativas más fluyen antes, durante y después del “espectáculo”. Exageraciones momentáneas, versiones distorsionadas, comportamientos tóxicos y discursos radicales que fomentan el odio y atentan contra la dignidad humana. Posturas o inquietudes distintas a las propuestas no tienen cabida ni lugar y son perseguidas con sarna.
Una violencia digital de dimensiones desproporcionadas que comercia con la indignación y pone de manifiesto la vileza humana. Las redes sociales generan cambios en las conductas y costumbres de los usuarios. La tolerancia es la capacidad clave para el desarrollo y mantenimiento de la convivencia en la llanura digital.
La Red es un espacio de conversación de tamaño ilimitado, un escenario carente de barreras geográficas, físicas, temporales y espaciales donde los internautas conectamos, colaboramos, cooperamos y creamos. Un universo digital que genera nuevas formas de expresión –memes, gifs, etcétera- y permite respuestas inmediatas que llegan “a todas partes”.
Defiendo de forma entusiasta la reflexión que Antonio Rodríguez de las Heras pronunció: “conversar es la máxima expresión de la palabra como forma de caminar junto a otro”. Muestra tu lado humano. Dialogas, aquí y ahora, con millones de personas. ¡Una frase puede cambiarte la vida!!
En las redes sociales el contenido es el rey y la conversación se convierte en la reina de un escenario de tamaño y consecuencias incalculables. La tecnológica sociedad del siglo XXI necesita un lenguaje social que potencie el respeto, la tolerancia y la cordialidad.
Cuanto más interconectados estamos, más vulnerables somos. Nuestros niveles de autocontrol disminuyen. ¿Cómo es la calidad de las interacciones que realizas? Aplica la NETiqueta y comunica de forma segura, positiva, responsable y creativa. Tus palabras son tus selfis. Cuida tus comentarios, revisa detalles, aplica filtros y ofrece tu mejor versión.
Sir Timothy John Berners-Lee, inventor de la World Wide Web y director de W3C, nos recuerda que “afectas al mundo por lo que navegas”. Compartir deseos, inquietudes o sueños en las redes nos permitirá vivir la experiencia digital de una forma más emocionante y participativa.
Propuesta personal del Manifiesto de la comunicación digital no hostil:
- El mundo real incluye el mundo offline y el mundo online.
Tu vida se desarrolla en los dos mundos conformando un universo único de relación e interacción.
- Eres lo que comunicas.
Eres lo que hablas y lo que callas. Somos seres de palabras.
- Elabora el mensaje.
Valida tus datos y verifica tus fuentes.
- Escucha el doble de lo que hablas.
Conoce, comprende, crece.
- Te veo, te escucho, me importas.
Tiende puentes con tus palabras, con tus gestos y con tus acciones.
- Piensa antes de hablar, de escribir y de publicar.
Aplica las 5´Cs: concisión, concreción, corrección, coherencia y cortesía.
- Responsabilízate de las publicaciones que compartes.
Confía en ti y formaliza un compromiso con tus lectores y escuchantes. ¡Respeto dado se convierte en respeto debido!
- Discute las ideas, no cuestiones a la personas.
Recupera las conversaciones valiosas, dentro y fuera de la Red, y disfrútalas.
- Argumenta tus tesis.
Documenta tus afirmaciones con datos, hechos y expresiones.
- Comunica con tus palabras y con tus silencios positivos.
Deja huella física, cognitiva y emocional en tus escuchantes y lectores. ¡Estamos hechos de historias!
Eres único y singular, ¡muestra su esencia, expresa tu genialidad!!
Autor: Mar Castro, Pionera en investigación y difusión de NETiqueta en España y colaboradora de Dialogando.
[1]Concepto atribuido a Steven Pinker, profesor de psicología de la Universidad de Harvard.