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    Innovación - 17/08/2021

    WhatsApp y el acelerador de audios: percepciones, contextos y sentidos de las innovaciones tecnológicas

    3 min Tiempo de lectura

    Gran parte de las cosas que estamos viviendo y sintiendo este año (segundo consecutivo inmersos en una pandemia) tienen que ver con la mediación entre las personas y las tecnologías. Como decía Jesús-Martin Barbero, pensador e investigador hispano-colombiano, la mediación es lo que sucede entre las personas y los medios. Es ese cruce, no se establece de un lado ni del otro. Invitamos a reflexionar en esta dirección: ¿qué nos pasó en este tiempo con nuestros vínculos con las tecnologías digitales?

    Para empezar, cabe destacar hasta el hartazgo que esta experiencia extraordinaria de estar confinados en nuestros hogares buena parte de nuestro tiempo, no podría haberse dado sin el soporte de lo digital. Imposible. Internet, las redes sociales, las plataformas de streaming, los videojuegos, los sitios de compra online (entre otros) han sostenido nuestra forma de habitar el mundo pandémico. Y han permitido, no lo perdamos de vista, que el sistema continúe produciéndose y reproduciéndose. Vale pensar también en algunas cuestiones subyacentes que emergieron en el último tiempo y creemos importantes para lo que vendrá.

    Hace unas semanas, WhatsApp introdujo un cambio sustancial en su app: la posibilidad de acelerar los audios que se envían a diario a sus más de 2 billones de usuarios y usuarias (según las cifras que publicó la misma empresa hacia fines de febrero de este año ). Pese a existir otras variantes en el mercado de mensajería (Telegram y Signal, entre otras), WhatsApp ostenta el liderazgo en el intercambio de comunicaciones, mensajes, audios y videos. Este liderazgo no hace más que recalcar la sustancial importancia del cambio introducido para la vida de millones.

    Desde que existe esta nueva posibilidad de comunicación, como colectivo dedicado a estudiar las relaciones entre las personas, las comunidades y las tecnologías digitales, nos dispusimos a consultar en nuestras redes por dicho cambio. Entre las varias respuestas, encontramos una diversidad de posturas. De un lado, quienes celebran la posibilidad de achicar tiempos de escucha, no solo en sus relaciones laborales o de estudio, sino también las familiares y personales. Por otro lado, quienes empiezan a preocuparse por una nueva instancia de satisfacción de una ansiedad que reconocen.

    ¿De dónde nos viene tanta ansiedad?, ¿a dónde vamos tan rápido?, ¿sucede naturalmente?, ¿cuánto tienen que ver las plataformas digitales en esa ansiedad?, ¿era una necesidad que se volcó en la app o la app generó una nueva necesidad?

    Muchas dudas, demasiadas. Y pocas certezas. Sin embargo, estas preguntas pueden funcionar como disparadores que nos ayuden a vislumbrar ciertos caminos de razonamiento para acercarnos a la comprensión de lo que nos sucede como sociedad. Y sabiendo, claro, que las sociedades no son un organismo homogéneo, matemático, con reacciones fabricadas en serie.

    Partimos de la premisa de que vivimos cada vez con mayor prisa. La instantaneidad, la respuesta rápida, los servicios a medida, el tener todo (o casi todo) a un clic de distancia, pueden llegar a ser indicadores de nuestra contemporaneidad. Una sociedad que premia la eficacia y la eficiencia, que busca resolver, sin demoras innecesarias, sin tomarse el tiempo para la pausa. La búsqueda inmediata de la satisfacción del deseo.

    La antropóloga argentina Paula Sibilia, señala que las tecnologías no son ni buenas, ni malas, ni neutras: son históricas. Esto significa que traen consigo ciertos valores o creencias y, a su vez, suponen, proponen y estimulan ciertos modos de vivir y no otros. En esta línea, el filósofo francés Gilles Deleuze decía que las máquinas, lejos de ser neutrales, expresan las formas sociales capaces de crearlas y utilizarlas.
    Tenemos un vínculo de interdependencia con las técnicas que desarrollamos como humanidad. Mientras por un lado las creamos, por el otro nos crean, en una relación simbiótica entre nosotrxs y nuestras creaciones, que viene acompañándonos desde que descubrimos que mediante la fricción de maderas podíamos producir fuego. Nos volvemos compatibles con los modos de vida que proponen las tecnologías: así, el uso del tiempo y el espacio se transforman, junto con las formas de vincularnos con nosotros mismos, con los otros y con el mundo.

    Volvamos a WhatsApp. El “acelerador” de audios no pasó desapercibido entre usuarios y usuarias. Fue tema de charla por varios días. Aparecieron risas al escuchar a esa jefa, o ese padre o amiga hablando en otro tono, apurado/a, acelerado/a. Hasta que la novedad pasó. Y se normalizó. ¿A quiénes escuchamos en 1,5x o en 2,0x?, ¿todavía escuchamos a alguien en su tono natural?, ¿para qué sirve y para qué no esta novedad?, ¿por qué el acelerador queda seleccionado por defecto una vez que lo utilizamos (en 1,5x o 2,0x)?, ¿no sería mejor que lo debamos acelerar manualmente cada vez que queramos?, ¿cambiaría en algo?

    Una pregunta que surge como disparadora es: ¿somos más ansiosos y las tecnologías digitales nos brindan soluciones? o ¿ las tecnologías digitales nos predisponen a mayor ansiedad brindando novedades que se imponen como necesidades? Para pensar en esta línea, Paula Sibilia habla de cómo las personas nos volvemos compatibles con los modos de vida que proponen las tecnologías, con las formas de habitar el tiempo y el espacio, incluso cuando no las usamos. Podríamos pensar que nos volvemos compatibles con la ansiedad y multitarea propuesta por las plataformas. Podríamos incluso señalar cómo nos compatibilizamos con la necesidad de modificar algo tan propio del ser humano como el tono y ritmo de la voz. Sin embargo, Sibilia va más allá y nos permite profundizar el debate: las tecnologías digitales no son causantes de las nuevas formas de vida, sino que las potencian y recrean. Estos cambios que vivimos son procesos históricos.

    No existen las respuestas correctas. Cabe escuchar las distintas posiciones y percepciones al respecto. Vale (y mucho) la instancia de pensamiento y a su vez el de compartirlo desde el diálogo con otros y otras. Pensarnos juntos, juntas, rompiendo así la cápsula de naturalización de los cambios de las tecnologías. Lo digital tiene una potencia infinita y exponencial, de escala y penetración inéditas. Y recién comienza: aún estamos empezando a ver las transformaciones radicales que generará la inteligencia artificial. Desde Faro Digital encontramos conveniente y sano poder reflexionar sobre estas formas de intervención a lo humano o corporal (en este caso, a partir de la intervención de la voz, de la cadencia y los tiempos). Convivimos con otra forma de robotización, que muchos festejan y que a no tan pocos preocupa. ¿Cómo impactará la velocidad de un audio de WhatsApp en nuestros encuentros personales del mundo postpandémico?

    Autor: Faro Digital.

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